martes, 2 de diciembre de 2008

Publicidad exterior, ¿propaganda o contaminación visual?

Publicidad exterior, ¿propaganda o contaminación visual?

En la actualidad la publicidad y propaganda se ha convertido en una de las herramientas de mayor influencia, atracción y poder en los ciudadanos; en este caso mencionaremos a Venezuela, país en el que la mayoría de comerciantes, empresas, partidos políticos y gobierno se encargan de realizar una demostración visual en las calles, avenidas y autopistas, y todas las vías públicas obstruyendo el paso visual de los habitantes.

Sin embargo, a pesar que las personas no se quejan de esta contaminación que abarca nuestras ciudades y pueblos, puesto que estas vallas o afiches publicitarios no se quedan allí por cierto tiempo establecido, sino que llegan a descolonizarse y aquellos que se encargaron de colocarlos, dejan que terminen por caerse y los recoja el gobierno, o las alcaldías que supuestamente son los encargados de mantener limpia la ciudad, es justicia ciudadana, o descuido este problema? ¿ Considera usted que es justificable que luego de tanto tiempo las calles de nuestras ciudades sigan embasuradas de esa forma, y que la propaganda política este en los espacios públicos incluso mucho después de las elecciones, debería existir una multa o penalización fuerte, o que medidas deben tomar los ciudadanos?.............

La contaminación visual se refiere al abuso exagerado de elementos “no arquitectónicos” que alteran la estética natural , la imagen del paisaje tanto rural como urbano, generando en la población, una sobreestimulación visual agresiva, invasiva y simultánea.

Para los grupos políticos y empresas particulares, la publicidad exterior es una manera de dar a conocer sus ideales, sin embargo, para la población esto termina siendo un obstáculo para el libre tránsito de cualquier ciudadano, ya que nada es mejor que ver los espacios públicos libres y limpios, pues la idea de querer mostrar una ciudad ejemplo y una ciudad pulcra ante el resto del país y demás naciones se hace cada vez más imposible por la ineptitud de quienes hacen que este juego no se impida o no se castigue.

Los políticos afirman que esta es la manera más factible de dar a conocer sus partidos y sus candidatos a la hora de cualquier elección popular, así para el momento en que se pueda realizar un mitin o comparaciones la gente habría visto la valla, afiche o cualquier método de publicidad en la calle y podrían concretar un gran número de personas, luego estas al ver de nuevo la publicidad estarán más convencidos de lo que se hace.

Las empresas dicen que esta es una forma muy común para la América Latina de dar a conocer productos y marcas comerciales para poder obtener ventas, puesto que a veces el resultado y variables económicas de ganancia se deben al conocer el producto en la calle, dándolo a conocer a través de la publicidad en vallas y avisos, tomando como punto de ventaja el gran paso peatonal en las ciudades y pueblos.

A pesar que existen permisos legales para la colocación de estos avisos publicitarios se convierten en un desastre total al momento de ver la ciudad limpia, organizada y sin basura, y esto es del resultado de ver que las dejan así y solo dejan de verse cuando el sol les ha quitado su color, cuando la lluvia las humedece y el viento las tumba.

El escritor comentarista de blogs, Alberto Rodríguez, venezolano, dice que la sociedad debería unirse para hacer una campaña en la que todos digamos no a la propaganda política, y que aquellos que quieran ser presidentes, gobernadores, y alcalde, o cualquier cargo político del país, que debemos exigir debates a la luz pública y televisivos, que den programas y planes de gobierno y que ya es hora de que exista una transparencia y honestidad, pues ya es hora de decir ¡no más basura propagandística! No más ensuciar el país de propaganda inútil que después sólo queda de inadecuado adorno en las paredes y calles de nuestro país.

En una traducción realizada por la venezolana Lupe Ferrer, del Americano G. Stara, dice que la propaganda orienta la opinión pública en el sentido de una determinada Idea y la prepara para la hora del triunfo mientras que la Organización lucha por ese triunfo mediante la cohesión activa, constante y sistemática de todos aquellos correligionarios que demuestran aptitud y disposición para impulsar la lucha hasta ese final victorioso.

La cara de la ciudad es un centro de producción y consumo marcado por la publicidad. La concentración de muchas compañías luchando por dirigir la competencia, muchas veces ganada no por el mejor producto sino por la mejor publicidad. Afiches en las columnas, periódicos, carteleras martillean incesantemente a la "víctima", que en este caso es el consumidor y, finalmente, este se doblega a la campaña publicitaria y compra el producto. Esta campaña intensa apunta a obtener ganancias monetarias y apela solamente al bolsillo. Pero la más efectiva publicidad no es necesariamente para el mejor producto, Propaganda Política es un poco diferente. Se usan casi los mismos métodos para obtener sus metas, pero su concepción es enteramente distinta. La propaganda no es de ninguna manera publicidad pura aplicada a la política o a la arena espiritual
Mientras la publicidad busca un efecto momentáneo la propaganda política busca como hemos dicho, la captación necesaria para ganar adeptos a una Cosmovisión.

Y sin duda el gobierno o el oficialismo también tiene su parte, el ex ministro Jesse Chacón dijo "Para mí lo importante no es llenar de afiches y vallas las calles, ni colocar publicidad en todas las radios y televisoras; lo primordial es comenzar a reunirse con las organizaciones sociales, conocer a la gente, al Pueblo, dentro de ellos los Consejos Comunales, comités de tierra (…) para inventariar la problemática coyuntural que se puede resolver en corto plazo y trabajar con el Gobierno y el pueblo unidos, más sin embargo advirtió que la campaña comienza 60 días antes de las elecciones, tal y como lo establece el CNE``.
La escritora y crítica ambiental argentina Fernanda García considera entre otras cosas que en una salvaje sociedad de consumo en cambio permanente que actúa sin conciencia social, ni ambiental es la que avala (o permite) la aparición y sobresaturación de estos contaminantes. Esto se evidencia tanto en poblaciones rurales como en aglomeraciones urbanas de mayor densidad. Pero lógicamente es en las metrópolis, donde todos estos males se manifiestan más crudamente.
La simultaneidad de estos estímulos a la que se ven sometidos, por ejemplo, los automovilistas, pueden llegar a transformarse en disparadores de accidentes de tránsito. Dado que pueden llegar a generar distracción, e incluso a imposibilitar la percepción de las señales indicadoras de tránsito. Esta situación, inevitablemente, actúa también en detrimento de los mismos medios de comunicación, mimetizando los diferentes signos y señales a que se somete a los individuos, camuflándose mutuamente y perdiendo fuerza la clara lectura del mensaje.
La contaminación visual debe ser considerada definitivamente como un tema ambiental, y se debe legislar en concordancia. Se debe tomar conciencia de que no se trata solamente de intervenir sobre medidas y proporciones de carteles. El estado debe tener una política ambiental global con reglas claras y precisas cuya finalidad sea una mejor calidad de vida para todos. Así como la degradación es voluntaria y producida por el hombre también debe ser controlada y modificada por él.